El DHA contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro, al mantenimiento de la visión en condiciones normales y ayuda a mantener unos niveles normales de triglicéridos en la sangre. El DHA y el EPA contribuyen al funcionamiento normal del corazón.
Complemento alimenticio.
PRESENTACIÓN: Estuche de 30 cápsulas de 700 mg .
Composición: aceite de pescado DHA 80% antioxidantes (alfa-tocoferol, ß y tocoferol, ð-tocoferol, palmitato de ascorbilo y galato de propilo). Cápsula: gelatina de pescado. Más del 90% de ácidos grasos Omega-3 totales. De cada cápsula de 700 mg, 500 mg son aceite. El aceite se presenta en forma de triglicérido, es rico en DHA (80%) y se ha elaborado según un proceso enzimático. Está libre de ácido fitánico, metales pesados y otros tóxicos. Las cápsulas son de gelatina de pescado.
Información nutricional por 1 cápsula. Valor energético 4,63 Kcal Proteínas 0,14 g Hidratos de carbono 0,07 g Lípidos 0,51 g DHA 400 mg EPA 20 mg
PESO NETO: 21 g.
Distribuido por IFIGEN 2011, s.l. Avda Príncep d'Astúries 20. Barcelona.
DOSIS DIARIA RECOMENDADA: 1 a 2 cápsulas al día. No superar esta dosis salvo indicación expresa. Los complementos alimenticios no deben utilizarse como sustitutos de una dieta variada y equilibrada. Mantener fuera del alcance de los niños más pequeños.
Qué omega-3 tomar? En el mercado encontramos muchos omega-3. Aparentemente todos son iguales, pero de precios muy distintos. ¿Cómo podemos distinguir cuál es el que nos interesa tomar? Primero tenemos que mirar la cantidad de DHA que contiene. A veces no es fácil, ya que la etiqueta o bien nos indica la cantidad total de aceite de pescado o sólo nos informa sobre la cantidad total de omega-3, sin distinguir entre el DHA y el EPA. Nos interesa tomar un aceite con la concentración máxima de DHA (ácido docosahexaenoico), porque es el ácido graso presente en el cerebro y el sistema nervioso central, en el ojo y en la mayoría de tejidos de nuestro organismo. A partir del DHA, el cuerpo es capaz de sintetizar el EPA que necesita, pero no a la inversa. Actualmente, la concentración más alta de DHA que se consigue es del 80%, con un total de omega-3 que supera el 90%. ¿Qué tipo de aceite? Encontramos aceites en forma de etil éster y en forma de triglicérido. Los primeros debemos evitarlos, pues son un alcohol, no se asimilan y en altas dosis pueden ser tóxicos. Dentro de los triglicéridos, es importante saber si el aceite es químico o enzimático. Los primeros no preservan la molécula del DHA y tienen unos residuos llamados polímeros que se acumulan y no eliminamos. Si el aceite es enzimático, conseguimos un aceite natural, limpio de residuos y metales pesados, que preserva los dobles enlaces de la molécula de DHA, imprescindibles para la conexión entre neurotransmisores y receptores. No en vano, más del 25% de la masa grasa del cerebro es DHA. Y otro punto importante es que el aceite no haya sido sometido a altas temperaturas, como es el caso de la destilación molecular, pues, como en cualquier aceite, lo degradamos. ¿Tenemos que compensar el omega-3 con el omega-6 y el omega-9? En occidente tenemos un exceso de omega-6, una de las causas del aumento de las enfermedades inflamatorias. En España y otros países del sur de opa, ingerimos suficiente omega-9 a través del aceite de oliva. Por lo tanto, sólo tenemos déficit de omega-3, debido a que comemos poco pescado crudo. Además, los ácidos grasos esenciales compiten entre ellos. Por lo tanto, lo ideal es tomar un aceite con la máxima concentración posible de la molécula que nos interesa: en este caso sería el DHA, del que tenemos una carencia que ha ido pasando de madres a hijos. En la placenta existe un transportador específico para el DHA, ya que es básico para el desarrollo neuronal del feto. Pero si los depósitos de la madre son bajos, el aporte no será el adecuado y el riesgo de enfermedades peroxisomales será mayor. Otro aporte es la leche materna: no en vano, la OMS recomienda una lactancia materna de unos 24 meses. ¿Cuál es la mejor fuente de DHA? La fuente más utilizada es el aceite de pescado, que se obtiene a partir de los desechos del pescado azul. También puede obtenerse a través de algas, pero la concentración de DHA es muy baja y tiene un coste muy elevado. Otra fuente teórica sería el ácido alfa linolénico, que es precursor de DHA. Pero los humanos no realizamos la conversión del primero al segundo, con lo que la ingesta de frutos secos, especialmente nueces, no resulta ser un aporte de DHA. En resumen, cuando compremos un bote de omega-3 deberemos elegir un aceite rico en DHA (un 80%), en forma de triglicérido, enzimático y que no haya sido sometido a altas temperaturas. Todos los productos de la familia Origen cumplen con esta característica.